El bosque encantado.
Al otro lado del bosque encantado se encuentra el siguiente problema: ¿Y ahora qué? ¿Cómo se puede estar seguro de no caer en la misma trampa otra vez? Porque verás, cada dos por tres vuelves a caer en forzar las cosas, se te olvida escucharte, a ti y a tu caballo, incluso no se tiene en cuenta el hecho de buscar estar bien los dos.
Tengo que ser sincera, debo decir que es mucho más difícil de lo que me llegué a imaginar.
Lo más importante que he aprendido es, no sólo ir muy despacio y hacer las cosas extremadamente sencillas, sino también ser consciente de lo que dice tu caballo en todo momento y de cómo te sientes tú al mimo tiempo. Hay que ser tiquis miquis ¡¡no hay más!!
Tan pronto como bajas la guardia vas a volver a caer y, tu caballo dirá “ya lo sabía, no sabe hacerlo”.
Pero sí sabes, lo único es que tus padres, el colegio y la sociedad te han programado a no pensar en sentirte bien, a no escuchar lo que sientes realmente, sino que se te ha educado en ir a por los objetivos y ya está.
Lo más seguro es que si sigues leyendo, es porque te has dado cuenta de que aquello no te lleva a ningún sitio. Es un camino interminable, consigues algo, pero aún así no te llena, quizás pienses que si obtienes algo más igual estarás mejor o, quizás es que no te has esforzado lo suficiente.
Tu caballo por suerte sí sabe que aquel no es el camino y, si estás dispuesto a aprender te guiará.
Pregunté a un grupo de niños entre 9 y 14 años qué era el bienestar. Me respondieron “lo que sientes cuando estas estirado en un campo” u “oyes el canto de los pájaros y el sol te calienta”, etc.
Lo curioso es que estos niños, ante la pregunta acerca del bienestar en sus familias, respondían con una negativa. Pensaban que sus padres nunca o prácticamente nunca sentían bienestar e incluso dudaban si realmente sabían lo que era.
Me hace recordar un estudio entre adolescentes, donde se les preguntaba qué pedirían a sus padres si pudieran pedir cualquier cosa. ¿Sabéis lo que decían? Pues “que sus padres estuviesen menos estresados”.
Aquí está el quid de la cuestión.
Busca momentos de bienestar tuyos y de/con tu caballo, como si fueran unas piedras preciosas y verás que hay mucho más por descubrir.
¿Qué pasa cuando suelto mis expectativas?
Muchas veces los caballos, después de años intentando hacerse oír, años pretendiendo entendernos y años aguantando hacer lo que nosotros queríamos, están cansados, enfadados y dolidos.
Cuando abres la caja de Pandora muchas cosas saldrán a la luz.
Muchos caballos se sienten desubicados al principio, pueden demostrar euforia y/o cierto estrés. Después pasan un tiempo, donde parece como si pusieran en duda que tu cambio sea real, te empiezan a cuestionar y utilizan su nuevo derecho de decir que no en todo momento.
Mis caballos me ponían a raya: quieres demasiado que haga algo, me estás mirando, no te tenses, vas demasiado rápido… Su mensaje era claro: haz el favor de relajarte y presta atención, si no lo haces no puedo enseñarte cómo debería funcionar esto.
Es como si todas las conversaciones pendientes, acumuladas en tanto tiempo se comprimen y, todas, absolutamente todas, son muy importantes y, hay que tenerlas “ahora”.
Cuando empiezan a confiar en que tu nuevo yo ha venido para quedarse, hay muchos caballos que necesitan un periodo de descanso. Las tensiones físicas y mentales que han soportado durante mucho tiempo, incluso años, se van cayendo al suelo como trapos y, el cansancio que nunca se han permitido sentir les abraza con mucha fuerza. Es en este momento cuando nos toca a nosotros aceptar esto y acompañarles en este proceso.
Los cuidados, el amor, la atención plena y la compañía son como un bálsamo para su espíritu en este proceso.
Es un buen momento para acompañar a tu amigo y seguir con tu propia limpieza interna. Sacar a la luz tus asociaciones negativas sin juzgarlas, sólo observarlas. Estar junto a él, acariciándolo o simplemente estando, ir a caminar juntos o dejarle comer hierba, algo muy simple para los dos donde hay un espacio y tiempo para hacer como una especie de meditación despierta.
Poco a poco el espíritu crece y los dos notaréis como la energía vital empieza a salir por algún poro que otro. Pero no puedes forzar el cambio, tienes que cuidarlo, dedicarle tiempo y dejarlo crecer.