Buscando un camino junto a ellos,
Llevo reflexionando sobre que he estado haciendo con los caballos los últimos 30 años de mi vida. Reflexionando sobre cómo me sentía cuando estaba con ellos y que sensaciones tenía cuando montaba.
Lo curioso es que pie a tierra cepillando, cuidando, yendo les a buscar al campo o a la cuadra, solo parecían ser momentos pasajeros, solo parecían existir porque era necesario para poder montar. Ni yo ni la gran mayoría de las personas a mi alrededor, parecían interesarles mucho si a ellos mismos o al caballo era algo que les gustara o si les hacía sentir bien.
Sacar el polvo de un mueble, hablabas con los demás, que silla, protectores, vendas, en la cuadra atados a la hora de limpiar.
Me acuerdo de la frase que me decían en la hípica cuando era pequeña “ Tienes que cepillar al caballo que vas a montar para conocerlo antes de subirte encima”. Pero si el caballo estaba atado y no decía ni fu ni fa sobre si les gustara que le tocase allí o allá, que nivel de conocerse era aquello.
Hace unos meses empecé a ir al campo donde mis caballos están sueltos, y quería acariciar, cepillar ó rasgarles, y para mi gran sorpresa la gran mayoría no tenían nada ó casi nada de interés en la cercanía y el contacto físico.
Me hizo plantearme hasta que punto hemos violado su intimidad. Si no quieren ni ser tocados, que hacemos poniéndoles cabezadas y monturas. Que hacemos acariciándoles y dándoles palmaditas, que hacemos subiéndonos encima de ellos durante horas.
Como no van a ir en la dirección contraria si nos ven venir, como no van a dejar de estar a tu lado si les sueltas en el campo o el bosque.
Mientras más lejos estén de nosotros más cómodos estarán.
¿Cuántos caballos se resignan y aceptan ser tocados? ¿Aceptar es querer, aceptar es gustarle, aceptar es crear un vinculo de confianza con él?