Después de la tormenta sale el sol
Llegar a realizar que la gran mayoría de las cosas que he hecho con “buena” intención era en definitiva una intención de agrandar mi ego a costa de los caballos que en teoría quería tanto, ha sido un duro golpe, y he pasado por todo tipo de sentimientos desde rabia, frustración, desesperación, y al principio una sensación de mucha fragilidad. Mi vida se había construido sobre cimientos que igual no eran tan fuertes como parecían y que al ver la realidad empezaban a mostrar bastantes grietas.
La pregunta que pasaba por mi cabeza era si iba a ser capaz de seguir hacía delante.
Necesite mucho tiempo, mucha tranquilidad, mucho pasar tiempo con los caballos, mucho sincerarme y prometerlos que las cosas iban a ser diferentes a partir de ahora, mucho observar mis sentimientos en cada momento, horas y horas caminado a su lado y convertiendome en su fiel servidor y alumno.
Pero sobretodo mucho mirarlos a los ojos con sinceridad, sin intentar a justificar ni maquillar las cosas y los sentimientos de ambas partes.
Las horas se convirtieron en días, los días en semanas y las semanas en meses y poco a poco iba resucitando una Sofia más libre de los condicionamiento de años en el mundo de la hípica.
Cosas curiosas surgieron, de repente parecía ver los caballos con más claridad, parecía como si hubiese habido un filtro que antes les hacía estar en una nebulosa y de repente todo estaba tan enfocado.
Mis piernas empezaban a sacar un freno de mano, cuando quería empezar a tener prisa en ir a algún sitio se frenaban. Como me ha ayudado esto!! He llegado a realizar que si corro para llegar, llego cansada y estresada y con mucho menos capacidad de solucionar cualquier situación.
La noción del tiempo también va desapareciendo, y por mi sorpresa soy mucho más eficaz en todo lo hago.
No tengáis miedo, al principio puede parecer difícil, pero os prometo que al otro lado del bosque oscuro hay algo que no tiene precio.